¿Donde esta Jesús en Navidad?


Dijo el hombre a Jesús:
—Señor: el regalo más bello que yo podría tener sería que tú me visitaras en mi casa el día de la Navidad.

—Te visitaré —le contestó Jesús.

Ese día el hombre estuvo aguardando la llegada de Jesús. Pasaron las horas y pasó la gente: un hombre sin empleo; un inmigrante; una mujer humilde que llevaba de la mano a su hijo; un pordiosero anciano; varios niños callejeros...

Al día siguiente el hombre, triste, le reclamó a Jesús: —Señor, me prometiste que me visitarías en mi casa, y no llegaste.

Le contestó Jesús, más triste aún: —Sí llegué...—
 
Armando Fuentes Aguirre

El asesinato de Hitler



VAYA ORACIÓN
La persecución de los judíos por parte de Hitler se había hecho tan insoportable que dos de ellos decidieron asesinarlo, para lo cual se apostaron armados en un lugar por el que sabían que debía pasar el Fuhrer. Pero éste se retrasaba, y Samuel se temió lo peor: "Joshua", le dijo al otro, "reza para que no le haya pasado nada".

-La Oración de la Rana.

Vaya religión

 

Una piadosa anciana, al acabar la guerra: "Dios ha sido muy bueno con con nosotros: hemos rezado sin parar...¡y todas las bombas han caído en la otra parte de la ciudad!!









Anthony de Mello, La Oración de la Rana

Dios y el miedo

Sobre rezos y rezadores:


La abuela: "¿Y rezas tus oraciones cada noche?"
El nieto: "Por supuesto".
"¿Y por las mañanas?"
"No. Durante el día no tengo miedo".





Anthony de Mello, La oración de la Rana.

Acerca de la caridad

Armando Fuentes Aguirre, el gurú de las cosas del alma, nos presenta un escrito sobre la caridad, sobre la pobreza y sobre los milagros. 


"Doña Balbina es viuda y es anciana. Vive sola en el jacal más pobre que hay en el caserío. Tiene unas cuantas gallinas y un solar pequeñito donde cultiva sus verduras.
Las vecinas, que la quieren bien, le llevan a veces "un taquito", o sea una porción pequeña de lo que han hecho para la comida. Ella les da las gracias: "Ustedes son mi divina providencia", dice.
Hace unos días llegó al rancho una trabajadora social. Supo de doña Balbina y fue a visitarla. Le ofreció
-Creo que puedo conseguirle una ayuda de 300 pesos al mes. ¿Le serviría ese dinerito?
-Claro que sí- respondió ella-, y por él les doy las gracias. Así tendría algo yo para dar a los pobres.

Doña Balbina es una pobre muy rica. Cuántos ricos hay que son muy pobres...."

Visita SalmoXXIII

El rey, el bufón y los pies.




 Un gran estupido rey se quejaba de que la aspereza del suelo lastimaba sus pies, de manera que ordenó alfombrar de cuero el país.
El bufón de la corte se mofaba de risa cuando el rey se lo contó.
"Es absurdo, Majestad", exclamó, "¿A que viene tanto gasto innecesario?¡Manda a cortar dos pedazos de cuero y protegeos con ellos tus pies reales!
Así lo hizo el rey.
Y asi se inventaron los zapatos.
Cuento Irlandés.

Sobre hijos, libros y árboles

Un escrito sobre el viejo adagio, "planta un árbol, ten un hijo, escribe un libro, para ser un hombre completo":

En el pequeño cementerio de Abrego hay una tumba sin inscripción ni lápida. Pero en las noches que no sopla el viento se puede oír una voz:

"...No leí jamás los libros escrtos por los hombres. Bastante ignoranres es ya uno sin leerlos. Pero por casualidad me entré de que los chinos dicen que todo hombre debe engendrar un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. "Me impresionó la frase, pese a que en mis tiempos se creía que los chinos servían sólo para almidonar camisas, y quize cumplir aquel mandato. Me apliqué primero a la tarea más urgente, y comencé a engendrar hijos. Escasamente habrá algun rancho de la sierra en la qu alguien no tenga ojos como yo.
"Luego me puse a plantar árboles. Los hijos se me fueron; los árboles jamás. A los hijos les di yo; los árboles me dieron a mí.
"Y eso fue lo que hice. Engendrar muchos hijos; plantar muchos árboles. Quiero decir que viví porque hice surgir la vida.
"Lo demás, lo del libro, no importa. Quienes los escriben sacan libros de un anaquel, los leen, escriben el suyo, y vienen otras manos y los ponen en el anaquel.
"Yo tuve hijos. Yo planté árboles. Viví. El libro se los debo..."

Armando Fuentes Aguirre.

La Muerte del Mercader

Un mercader de Bagdad mandó a su sirviente a bazar a un mercado y el hombre regresó temblando de miedo. "Amo", le dijo el mercader, "estando en la plaza del mercado, tropecé con un extraño y cuando le miré a la cara, descubrí que era la Muerte. Me hizo un gesto amenazador y desapareció. Ahora tengo miedo y te pido, por favor, que me des un caballo paa irme de inmediato a Samarra, y poner entre la muerte y yo la mayor distancia posible.


El mercador, preocupado por su sirviente, le dio su caballo más veloz y el hombre desapareción en un santiamén. Horas más tarde, el propio mercader se dio una vuelta por el bazar y vio a la Muerte entre la multitud. Entonces se acercó a ella y le dijo "Esta mañana le hiciste un gesto amenazador a mi pobre sirviennte ¿que quisiste decir?" No fue ningún gesto amenazador, señor" dijo la Muerte "Fue un gesto de pobreza por encontrarme en él en Bagdad".
"¿Y porque no iba a estar en Bagdad, si aqui vive?
"Bien, yo había entendido que tenía que encontrarme con él en Samarra esta noche".

-Relato Popular Iraquí, que demuestra el falso cristal de la muerte a morir, y el olvido que lo que importa es el gusto por la vida, pues la muerte nos encontrará, cuando sea nuestro momento, y sin importar donde estemos."

¿Porque Jean Cusset no tiene religión?


¿Porqué Jean Cusset no tiene religión? Al menos no una regular, la suya, dice, es la de "El Club de Leones".
Veamos lo que argumenta.
-Cristo esperaba que todos los hombres nos únieramos. "Ut unum sint" pidió. Que todos sean uno. Creo, sin embargo, que los clubes de servicio han hecho más para unir a los hombres que todas las iglesias juntas. Estas los han separado, en vez de unirlos. En aquellos clubes convicen en paz y buena amistad hombres y mujeres de distintos credos que ponen el bien del prójimo por encima de su distinto modo de creer. Algunos ministros religiosos, en cambio, enfatizan las diferencias, y al hacerlo, levantan muros de hostilidad y de prejuicio. Las ovejas quizá querrían juntarse, mas los pastores no las dejan.
-Por eso- concluye Cusset- cuando quiera hacer el bien, no entraré en alguna secta: ingresaré en el Club Rotario, o el de Leones.

Jean Cusset se dice ateo, excepto cuando oye las razones de un ateo. Y siempre toma su martini con dos aceitunas.

(Extracto de Armando Fuentes Aguirre).